Sa Rápita. Todo lo que ha cambiado sigue igual

Raimundo Moragues

Pies de foto: Consejo Editorial

Escena en un muelle con rocas a un lado, varias embarcaciones en el agua y una persona remando en un bote pequeño.
Un barco en un dique de construcción, dentro de un túnel excavado en la tierra, con madera y herramientas de soporte a los lados.
Una torre de piedra en un muelle costero con estructuras de ladrillo y madera alrededor, junto al agua

Yo tenía una casa en Mallorca, a los pies de la Torre de Son Durí. Este parafraseo mallorquí de Memorias de África nos introduce a esta selección de fotografías que cuelgan en la casa familiar de Mundo. Sa Rápita antes de ser sa Rápita. Estas fotos, tristemente deterioradas, tienen ya más de setenta años. Las tomó una amiga de los abuelos de Mundo, debajo de su casa, en lo que antes eran las casetas en las que se guardaban los llauts, y hoy es el puerto de sa Rápita.

El llaut es la embarcación balear. Una barca preparada para la pesca y para navegar a vela latina. La estampa de los llauts, los pinos que vigilan la playa de es Trenc, la Torre de Son Durí desde el mar es inconfundible; entonces, y ahora.

Los llauts y la vela siguen siendo parte fundamental de los veranos en sa Rápita. Las mañanas se pasan en preparar las bolsas con lo que haya que llevar para la salida de ese día… porque los años pasados desde los 50 hasta ahora han dado, si cabe, más cosas que hacer en el mar: los aperos de pesca (sobre todo en época de raons), el chaleco, regulador y botellas de buceo, por supuesto la cámara, y a ser posible un poco de pan y sobrasada.

El llaut de la imagen, el “Sol”, es un sobreviviente de la época previa al puerto, de los años de esas fotos de casa de los abuelos.

La compañía en el mar es clave. Hay que seleccionar muy bien quién te acompaña. Sea a pescar la ballena blanca o a tomar una cerveza, unas quelitas, y darse un baño en es Carbó.

Uno de los planes con amigos que ha cogido fuerza los ultimos años ha sido el buceo, y la fotografía submarina

Las fotografías de casa de sus abuelos, que encabezan esta serie, nos muestran un Mediterráneo al que ya no podemos retroceder ni con la memoria, los veranos no vividos, la Mallorca aún salvaje de aquellos años.

A pesar de estos cambios, solo dentro del mar se silencia el grito de las cigarras desde los pinos de es Trenc. Los atardeceres en el mar siguen tiñendo de naranja los acantilados calizos de la isla. Los llauts siguen saliendo a pescar raons.

En esta serie de fotografías de los últimos veranos, su autor nos deja una cosa clara, todo lo que ha cambiado sigue igual.